domingo, 10 de abril de 2011

Improbable mejor que imposible


La Real Academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder. Y define improbable como algo inverosímil que no se forma una razón prudente. Puestos a escoger a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo supongo. La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza, a la ética.
Que David ganara a Goliat era improbable pero sucedió, un afroamericano habitando la casa blanca era improbable, pero sucedió, que Nadal desbancara del numero uno a Feder era improbable, pero también sucedió una periodista convertida en princesa. El amor, las relaciones, los sentimientos, no se funden en una razón prudente, por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores improbables, por que lo improbable es por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar.
Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo

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